Desperté en ese vuelo,
que me provoca sasear,
y verte otra vez,
con una guitarra
y tu chacarera.
Seducir a todo un pueblo.
¿Por qué no?,
te deslices por el canto,
te envuelvas en la luz de tu pelo,
abrigues la payada,
más tarde acobijes tu garganta,
y en ese péndulo de tu semblante,
la cúspide sea otra risa
o tal vez nos convierta en sonrisa.