Kantuta, es habitarte toda vez que cruzo esa ch´aski oblicua.
Me convierto en habitante-habitual- que se aloja en tu ventanal.
Cierro la portada del aguayo y vos deslizas la cortina de papel.
Me inventas formulas de vuelo y esa hoja esta por caer.
Te intento explicar el origen de mi apellido,
Y no hay concepto alguno que impida acercarte.
Al segundo desliz te ríes y solo miro los pies.
Navego ahí, si, justo ahí.
Dibujo esa forma espiral que aparece,
y mi cuerpo danza ese compás.
Camino por los bordes de tu geografía voraz,
tus manos, simultáneamente, hacen barricada
cuando saboreo –curiosamente- aquello que te inquieta.
Un mordisquito y decido alojarme en tu persiana.
Gemido de coros acarician tus amapolas.
Me reinvento migrante,
y te hilas-de-hilarte
en los márgenes de mi estrógeno.
Multiplico mis WassyKuskilla,
para revolotearme en tu nariz.