Nuestras lenguas hablan, las lenguas son voces, las lenguas marronas son deseosas. Aqui se deconstruye las anulaciones, silencios trágicos, «blanqueamientos» sangrientos, saqueos corporales.

Aqui las corporalidades-marronas-cobrizas-cafés-pomelas-migrantxs-refugiadxs-conurbanxs-rurales-transfronterizas-indigenas-biográficas-ancestrales-campesinas-mestizas-chi´xis,[1] -K´ewsas[2], deshabitan lo universal, lo homogéneo para clavarnos y situarnos en esos aires y respiros que tienen nuestros deseos. 

Se cruzarán palabras surgidas entre los márgenes más fríos, las estaciones más hostiles, los espacios segregados y racializados; situadas y habitadas en lugares cálidos, historizadas desde las cavidades, calentando paredes de las villas, las tierras conurbanas, fronteras limítrofes, tocando las curvaturas preciosas de cada biografia y danzando eróticamente sonrisas transfronterizas.

Aqui, lengueteamos esa tarima; dónde nuestros rostros son ubicadxs en contextos esclavistas-violentadas-desechadas, signadas solo para ocupar calles , exotizadas «con amor» para confirmar teorias vagas y completar miradas multiculturales e integracionistas.

Le metemos lengua para denunciar estas tarimas y enunciar escenarios habitados, deseados, eruptar un poco y meter saliva pues estamos en las ropas, en las camas, en las sopas y también tenemos lenguas propias. 

Aqui, también acabaremos con ese rollo asexuado, aqui habitamos sexualidades orgasmicas. Sabemos que en esos rincones más bordeantes habitamos sexualidades,  en las trasnochadas y amaneceres conurbanas o las périferias de CABA, lengueteamos y nos clavamos más de una oral.

En ese recorrido corpóreo tranzamos frecuente, eventual o sistematicamente esos labios preciosos de le compañere. Aqui la unica sospecha existente tal vez sea que quisimos más rasgueo y nos metimos en los baños y/o privados- por si acaso- declaramos con la garganta dudosa el deseo ferviente de trastocarnos en las camas. Sentimos ese estadio de respiro por ser más libremente jiwasinakas (nosotras con otras y entreNosotres), aclamamos y toda vez que nos miramos reconstruímos relatos fervientes, deseando que más que emergencia sea la perpetuidad politica que nos habita la libertad de decidir si queremos, con quien queremos y como cogemos. 

Finalmente, aqui están esas fibras milenarias, aquellas que a sus modos, con sus formas, con sus lenguas,  resistieron saqueos y apropiaciones deshumanizantes. Ellas, como mi awicha cobijan el juma-sarnaqasata «caminar bien y vivir bien, sin olvidar de dónde vienes, quién eres», querer las lenguas con sus ciclos propios, caminar jardines y respirar mariposas libres. 

[1]Término encontrado en los libros de Silvina Cusicanqui sería  “mezcla abigarrada, mestizaje descolonizado, un color producto de la yuxtaposición, del contraste, de la unión de lo opuesto. Es y no es a la vez. Un encuentro donde las partes no pierden la forma ni sus potencias. Encuentro sin fusión”. Ed. Tinta Limón.

[2] Pues quien está por fuera de la norma heterosexual-heteropatriarcal. Más vinculado a los varones.

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