Sigo caminando por esos costaditos,

sigo corriendo  el tropezón

y me pierdo por las avenidas.

Seguí hasta que me pauso tu pregunta,

 con el alcance de tu brazo,

y en ese cruce por la calle 56

una sacudida me siguió /

por esos lindares,

cuando golpea la locura ,

y la mano voraz rompe al delirio,

me quiebra el alma,

y mi mariposa deja de ser muda.

Aquella, esta mi piel, transpira

y decido corromper

el miedo al caer

el miedo a  que quedes en el atrás de la memoria.

Pero son los ojos miel de tu voz,

que se inscriben ,

en ese sonidito de mi pecho ,

en ese calorcito de mis manos,

en ese pulso por cubrirte del frio,

y te quedes conmigo.

Esa mano voraz y pone muda a una mariposa.

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